… y llegaron los bibliotecarios.
Sorprendente anuncio el de la STSI en las II Jornades d’Internet Social, donde en grandes rasgos nos explicaron que desde el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya consideraba cubiertas sus necesidades de hardware en las bibliotecas y que por ello en el convenio con la empresa pública estatal red.es acordaron recibir la ayuda en forma de formación.
O sea que en los equipos informáticos que se encuentran instalados en las bibliotecas se impartirán clases alfabetización digital.
Algunos de los ponentes, todos de bibliotecas excepto el TEB, que no supo defender su parcela, indicaron que la alfabetización digital está dentro de la alfabetización informacional.
Estos dos tipos de alfabetización son consecutivos, a mi entender, ya que se puede estar alfabetizado completamente en el uso de las nuevas tecnologías, pero no tener ningún tipo de alfabetización informacional.
Este caso preocupa desde hace tiempo a los pedagogos, que ven cómo sus alumnos saben utilizar correctamente todas las funciones de sus televisores, pero sin embargo no saben ver correctamente la televisión. Un claro déficit de formación informacional.
El planteamiento, creo, no es nada realista. Puesto que a muchos bibliotecarios ya les viene grande el uso de las nuevas tecnologías para su quehacer diario, ¿cómo van a dar formación a los usuarios? No creo que los profesionales de las bibliotecas estén por la labor, entre otras cosas porque ésta no es su labor.
La gente de bibliotecas arguye que los usuarios les hacen preguntas de cómo utilizar las herramientas informáticas, y que de esa forma les formarán.
Y la pregunta que lanzo es: ¿Acaso enseñan a leer a la gente que les pide un libro si no sabe? Evidentemente no, lo que harán es derivarlos a una escuela de adultos, por ejemplo.
¿O si quiero un libro que está en catalán y yo no se catalán?
Me enviarán primero a unos cursos de catalán. No me lo enseñarán en la biblioteca.
De igual forma, si llega a al biblioteca alguien sin conocimientos de nuevas tecnologías, lo normal sería derivarlo al telecentro más cercano, donde le dotarán de los rudimentos básicos para que pueda luego acercarse a la biblioteca.
Sin duda esta intromisión profesional viene propiciada por el echo de considerar a los ordenadores que dan acceso a Internet en las bibliotecas como telecentros.
Seguro que los bibliotecarios no consideran unas estanterías con libros una biblioteca, y nosotros no deberíamos considerar unos cuantos ordenadores conectados a internet un telecentro.